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CONVOCATORIAS Y LLAMAMIENTOS A LA PARTICIPACIÓN CIUDADANA
Desde mi punto de vista, habría que dar una vuelta a las dinámicas que desde hace tiempo se siguen para convocar y hace llamamientos a la Participación Ciudadana en el municipio.
Los actores implicados en estas dinámicas van desde el área de Participación Ciudadana (políticos, funcionarios y empresa contratada), hasta el área de Comunicación (también políticos, funcionarios y empresa contratada).
Como ya expliqué en mi presentación, en 2019 dejé las áreas de Participación Ciudadana y Comunicación, entre otras, para cambiar de departamento, y tras mi vuelta a ellos he sido consciente de lo diferentes que son los métodos, aunque los canales sigan siendo los mismos.
Cuando antiguamente se hacía una convocatoria de estas características, se hacía por diferentes vías.
Por ejemplo, si se convocaba a las asociaciones del municipio, se les invitaba escribiéndoles e-mails y llamándolas por teléfono una a una, asegurándose cierto porcentaje representativo de asistencia.
Si la convocatoria iba dirigida a la ciudadanía, se hacía campañas por redes sociales insistentemente, en la web municipal, se buzoneaban los barrios o zonas afectadas, se pegaban carteles en edificios municipales y zonas de mucha concurrencia de personas.
En definitiva, el trabajo de convocatoria era más amplio e insistente, dando sus frutos con aforos completos y un alto porcentaje de participación real y efectiva.
A día de hoy, esto ha cambiado bastante. En el caso de las convocatorias a las asociaciones, se envían e-mails genéricos, sin ningún otro tipo de comunicación, y como mucho se les envía otro de recordatorio un par de días antes del evento.
En el caso de la ciudadanía, la convocatoria se limita a las redes sociales y de manera liviana, ya que no es que no se realice una campaña insistente, es que la totalidad de la comunicación del ayuntamiento se limita a 3 publicaciones al día, por lo que el mensaje de la convocatoria cala nada o cero en la audiencia.
Mi plan para mejorar este proceso empezaría, sin ninguna duda, por recuperar los métodos que tan buenos resultados nos dieron en el pasado, pero no exactamente igual, sino estudiados concienzudamente para maximizar el éxito tanto de convocatoria como de participación final real.
En primer lugar, en el caso de las asociaciones, realizaría un sondeo sobre sus hábitos y costumbres, intentando encontrar patrones de conducta para personalizar las convocatorias y adaptarlas a su disponibilidad, logrando así no sólo maximizar el porcentaje de participación por su parte, sino también lograr despertar su interés por asistir a futuras convocatorias al sentirse escuchadas.
En el caso de la ciudadanía en general, me valdría de las herramientas de análisis que proporcionan los medios utilizados, como el control de audiencias de las redes sociales por días y horas, de visitas de la web, etc., así como realizar estudios de comportamiento de la ciudadanía, detectando los puntos clave de flujo de personas, donde sería interesante, ya no sólo pegar cartelerías, sino instalar medios más dinámicos como pantallas informativas e incluso táctiles, desde las cuales poder interactuar con la Administración y elevar de manera exponencial la participación ciudadana.
Como aspectos positivos del resultado de estas acciones, destacaría el mayor conocimiento del comportamiento de nuestro público objetivo, lo que se traduciría en mayor éxito a la hora de conseguir un feedback.
En cuanto a los aspectos negativos, claramente es el desfase en el tiempo de obtención de resultados, ya que la mayor inversión de tiempo en asegurarnos obtener una audiencia amplia y receptiva a participar, aminoraría el tiempo de ejecución de la obtención de respuestas en el caso de que dicha participación fuera necesaria para, por ejemplo, la justificación de una subvención, cuyos plazos son inamovibles.
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